El presente trabajo parte del concepto de alegoría, figura recurrente en el arte barroco, que vuelve con fuerza en las prácticas artísticas contemporáneas. Partiendo del trabajo teórico de Walter Benjamin (1990), Craig Owens (2001), José Luis Brea (1991) o Rosalind Krauss (1996), se establecen las bases del funcionamiento y efectos alegóricos en la cultural actual. La alegoría parte de elementos materiales que forman un sistema o conjunto articulado para, posteriormente, ser despojados individualmente de su significado habitual para investirlos con otras significaciones al margen de lo establecido, poseyendo temporalmente un sentido que despierta el deseo de pensar. El objetivo es mostrar cómo un espacio cotidiano puede convertirse en un emblema, manifestación alegórica por excelencia en la creación y comunicación visual, con la práctica artística Cine Sólido (Bouille de Vicente, 2015; 2018): intervención artística in situ que utiliza los objetos cotidianos de un lugar para traducir, a modo de jeroglífico tridimensional, un enunciado lingüístico. Por tanto, se realiza una revisión teórica de las principales publicaciones sobre la relación entre arte y alegoría, al tiempo que se analiza la práctica de Cine Sólido, para conectarlo con la idea de emblema como muestra alegórica visual, y como modelo de funcionamiento del pensamiento humano (Stafford, 2007). En conclusión, al despojar de su función y significado establecido a los enseres domésticos de un lugar, dotándoles de nuevas interpretaciones y sentido mediante Cine Sólido, el espacio así intervenido se transforma en un emblema tridimensional transitable, en una alegoría con volumen, que enciende el funcionamiento mental y el pensamiento creativo, dotando al lugar de una multiplicidad de funciones. La práctica así establecida puede llegar a convertirse en una disposición que permita percibir los lugares, únicamente mediante la mirada, en construcciones alegóricas