top of page

PRÁCTICAS ARTÍSTICAS PARA TRABAJAR LAS EMOCIONES CON ATENCIÓN PLENA EN POBLACIÓN ADOLESCENTE VULNERABLE. Inés Bueno Pascual

La creación artística colaborativa puede ser un gran detonante al diálogo. La presente investigación parte del desarrollo de cuentos colectivos poniendo como eje central las emociones. El proyecto surgió en colaboración con el Centro Joven de Madrid Salud con estudiantes de FP del centro Politécnico de Giner de Madrid, a raíz de unas prácticas del Máster de Educación Artística en Instituciones Sociales y Culturales de la UCM. Todo el proceso se desarrolló en unos talleres impartidos con un enfoque de educación artística desde la prevención y promoción de la salud en población adolescente vulnerable. Asimismo, el proceso artístico estuvo marcado por un gran consenso grupal de respeto de cada participante y de empoderamiento tanto de forma individual como grupal. Los grupos se conformaban principalmente de 10 participantes, hecho que permitía la personalización del taller y dedicar tiempo de calidad a cada persona. Estos talleres estaban divididos principalmente en cuatro sesiones por grupo siguiendo la siguiente estructura: en la primera sesión se trabajó con el trazo para expresar diferentes sensaciones y emociones y se abrió el diálogo para analizar los resultados; en la segunda sesión se propuso al grupo el desarrollo de un cuento colectivo; en la tercera sesión se propuso la materialización de la historia por medio de ilustraciones propias; y, por último, se analizaba el resultado final. Durante todo el proceso se dio libertad de elección de temas a las participantes, lo que propició que de forma natural se fueran trabajando aquellos asuntos que interesaban más a cada grupo. Además, se observó como de forma transversal iban surgiendo debates a raíz del propio proceso de trabajo, de forma que terminamos hablando todas juntas sobre las emociones sin partir de una clase teórica. El arte puede abrir un puente al diálogo que igual no se hubiera dado de otra forma. Fue impactante observar la evolución de cada grupo que partió del “no hablo de mis emociones con nadie” al “quiero seguir hablando de cómo me siento”. Cada participante ponía un pedacito de ella en los protagonistas de las historias y de forma indirecta iban tratando sus propias emociones sin transgredir los límites de la individualidad. Por ello, el arte facilitó la identificación de problemas emocionales y canalizó su puesta en común en el grupo.

bottom of page