CONSIDERACIONES SOBRE PROCESOS DE MEDIACIÓN ARTÍSTICA PARA LA PROMOCIÓN DE LA SALUD COMUNITARIA EN TIEMPOS DE ENCUENTRO NO PRESENCIAL. Nuria Rey Somoza, María Gil Gayo, María Dolores Claver Martín y Ana Casla Puig
Las condiciones y posibilidades de actuaciones profesionales desde la educación y mediación artística se vieron modificadas, en gran medida, por las consecuencias de la pandemia del COVID-19. En este contexto, las becas de Arte y Salud de Madrid Salud (España) han sido un soporte para poner en práctica alternativas o soluciones mixtas que pudieran dar respuesta a esta situación. Dentro de la estrategia “Madrid, una Ciudad Saludable”, que promueve estilos de vida saludable y entornos que apoyen la salud desde el trabajo comunitario , se incorporan en el año 2021 profesionales en Arte y Salud con un perfil enfocado a proponer escenarios que aúnen arte, salud comunitaria y nuevos medios digitales. Tras un año de labor, se pretenden rescatar en esta comunicación algunas consideraciones significativas derivadas de distintos procesos de reflexión, formación y experimentación.
Se localizan tres ámbitos clave a incorporar en estos procesos de mediación contemporáneos. Primero, aspectos de la cultura visual, concebida desde los planteamientos conceptuales del “giro visual”: enfocar las planificaciones e ideaciones desde el actuar de la imagen digital y sus teorías propias, que comprenden éstas como dispositivos activos y narrativos en sí mismos. Incluyendo, también, conceptualizaciones desde la alfabetización visual crítica a los procesos. En segundo lugar, aspectos técnicos como la formación o conocimiento en torno a los softwares de artes gráficas o las distintas aplicaciones interactivas para la dinamización. En tercer lugar, la aplicación de nociones de mediatización de la comunicación, en coherencia con las prácticas narrativas digitales, considerando tanto las particularidades de los distintos espacios online como las lógicas de construcción de mensajes visuales digitales (redes sociales, narrativas de la difusión y participación, comunicación interna, formatos posibles, audiencias a dirigirse, etc.). Por otro lado, se encuentran dos planos fundamentales sobre los que seguir experimentando en favor de procesos de mediación artística satisfactorios. Primero, los vínculos y afectos en procesos digitales no presenciales, atendiendo a los condicionantes de no interacción física y la potencial imposibilidad de corporeizar las acciones tal y como se concebían anteriormente. Y segundo, la cuestión acerca de la presencialidad, en la que la no presencialidad física no es sinónimo de ausencia, sino que el continuo habitar, socializar y actuar en entornos digitales en la vida cotidiana supone de por sí diferentes fórmulas para la producción de presencia. Como reflexiones finales, se pueden apuntar las siguientes: (1) Plantear los procesos siempre desde un enfoque crítico, con perspectiva constructiva, para ampliar las posibilidades mediadoras y la construcción de conocimiento compartido en torno a este tema; (2) En la medida de las posibilidades, construir equipos humanos (con los necesarios recursos no humanos) para abordar cada proyecto desde la interdisciplinariedad o la transdisciplinariedad y el sentir colectivo/comunitario; (3) En situaciones ideales, donde la presencialidad o no presencialidad es elegida, recurrir a las opciones más adecuadas y necesarias, integrando estos recursos o procesos como una posibilidad más que tiene el punto fuerte de relacionarse estrechamente con los modos de vida y de habitar la contemporaneidad.