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Este artículo consiste en una exposición del discurso creativo de la fotografía de danza. Este proceso aúna varias artes plásticas y escénicas en sí mismo. La investigación se realiza a través de un análisis visual de contenido y una serie fotográfica donde podemos observar la visión de un espectáculo donde en la imagen no solo habla la danza, también la escenografía, la fotografía, el diseño, el figurinismo y la dramaturgia o narrativa del programa. Podríamos decir que una fotografía de danza proporciona una información que nos ayuda a generar ideas sobre el discurso visual, que a modo de preámbulo, ofrece un sentido semántico y narrativo de lo que se va a producir en escena. Esa imagen valdría más, como resumen de un hecho escénico de duración entre una o dos horas, que todas las imágenes del Ballet que representa. Es la imagen elegida por el fotógrafo, pero es el símbolo de una creación total entre varias artes con los intérpretes como protagonistas. En un ballet, los bailarines reproducen las coreografías con un patrón diseñado de movimiento en base al soporte sonoro, con un vestuario definido y un discurso narrativo en su conjunto, dentro de un espacio escénico con o sin escenografía. Se realiza el hecho expositivo en la sala de ensayo, de forma reiterativa para fijar los patrones establecidos por el coreógrafo. Este puede ser captado por el objetivo de un fotógrafo o un videógrafo. Pero el objetivo final es la exposición pública en un formato y espacio escénico adecuado para ser recibido por público situado en diferentes posiciones dentro de un espacio de recepción del espectáculo. Todo este hecho escénico es variable en cuanto quien lo recibe, desde donde lo recibe, quien lo interpreta y el día de la interpretación, ya que por mucho que esté ensayado y los movimientos sean los mismos, cada actuación es única. Esta variación en los agentes que conforman el hecho artístico de la exposición de danza son compactados en una única imagen estática que resume el movimiento total.

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