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EL CUERPO FRAGMENTADO. CREACIÓN DE RECORRIDOS VISUALES MÚLTIPLES I María Méndez Suárez, Alicia Arias Camisón Coello

Esta indagación artística aborda la relación del cuerpo con lo tecnológico, sus uniones e influjos, pretendiendo construir ideas visuales sobre lo corporal mediante la relación de imágenes fragmentadas. Las imágenes se trabajan desde el fotocollage a través de la ruptura en pedazos de las mismas para provocar así el desvanecimiento del espacio y el tiempo (Efland et al, 2003) trazando significados inesperados. Por un lado, funciona a modo comparativo entre fragmentos de distintas imágenes, donde somos capaces de desentrañar cada una de ellas y relacionarlas entre sí. Por otro lado, cada fragmento se atiene al anterior y puede entreverse una narrativa. La textura de las imágenes rasgadas y su distorsión a través del escáner nos incitan a evidenciar el proceso manual y digital intrí­nseco en el proceso creativo. El cuerpo es concebido como una frontera difusa, como la encarnación de los lí­mites entre dentro/fuera. El cuerpo traza el recorrido entre las fronteras, las atraviesa (Nancy, 2010). Desde el cubismo de Picasso, el futurismo o las polaroids de Hockney, la representación visual del cuerpo ha mutado a una nueva manera de enfrentarnos al mismo. Un cuerpo expandido donde el espacio-tiempo y la materia-imagen se encuentran descentralizadas.

Las interacciones en los medios digitales entre los cuerpos y la propia tecnología nos enfrenta a nuevos e inexplorados modos de representaciones visuales (Alsina, 2013). La imagen fragmentada y la narrativa múltiple se encuentran estrechamente vinculadas a la ruptura con los modos tradicionales de la mirada. Las perspectivas se distorsionan y multiplican dando lugar a nuevos tipos de visualidad: la imagen panorámica, la cámara de vigilancia, la vista aérea de Google Maps, las ventanas superpuestas de nuestras pantallas de ordenador, los múltiples enfoques cinematográficos, etc., han provocado un cambio radical en nuestra orientación temporal y espacial.(Steyerl, 2014).

A través del recorrido visual podemos vagar por las imágenes siendo el espectador el que decide qué camino elegir. No hay una única dirección correcta, sino que se pueden explorar diversas rutas alternativas. Las imágenes se interconectan y fragmentan de un modo rizomático (Deleuze y Guattari, 1977). Caminar se entiende como navegar de un sitio a otro, concibiéndolo como un paralelismo del surfing digital que nos hace vagar de manera arbitraria y sorpresiva entre las distintas páginas y posts, derivando hacia diversas direcciones atomizadas. En el ámbito de la educación artística esta experiencia, como espectador, pone en confrontación una conjugación de confusión y reconocimiento visual donde la  elección sobre dónde localizar la mirada sirve como experiencia de aprendizaje (Dewey, 2008), así como la resignificación del cuerpo nos lleva a poder enfrentarnos a diversos enfoques sobre lo corporal. Estos cuerpos hibridados, en comparación con otras imágenes, nos hacen transcurrir por inéditas relaciones con el mundo, con nosotras mismas, con las máquinas y sus múltiples combinaciones.

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