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DÍAS SIN MÍ: CONTRAMAPAS CONTRA EL TIEMPO. Psicogeografías trans para entender mi construcción.

I Jesús Caballero Caballero

Contramapas contra el tiempo es un fotoensayo que forma parte de un proceso de investigación artística en el que se indaga sobre la idea de cambio como motor fundamental en la construcción corporal e identitaria. Concretamente, las acciones artísticas que componen este fotoensayo se centran en la idea de los recuerdos, las experiencias pasadas y la melancolía al deseo de olvidarlas como parte activa en ese proceso de transición del yo. Contramapas contra el tiempo habla de recuerdos, de experiencias asociadas a los recuerdos, de las grietas que se abren en el vacío que se crea cuando algo o alguien se va saliendo por esas heridas, supurando duelo y melancolía. Estas acciones artísticas son el procedimiento y las herramientas para sanar heridas, abrazarlas. Es el proceso de entendimiento, de autodiálogo con los recuerdos para poder entender que el olvido es un mecanismo de autodefensa y salida más fácil, una trampa, mal homenaje para las personas que un día nos cedieron su sitio. Un mal homenaje también para mí. Estas acciones son una vuelta a esos lugares con la esperanza de regresar ilesos, volver si acaso, con una pizca de tristeza que nos recuerde la felicidad vivida, las experiencias, los aprendizajes tan lejanos y tan presentes, pues, por mucho que lo niegue, forman parte de mí y de lo que soy ahora. Son mis huellas, mis cicatrices, mis caminos y mis rutas. Con un principio y un final. Experiencias que fueron, son y serán. Nunca más pero para siempre. Las porto sobre mi cuerpo, me las tatúo, las abrazo, las recubro de oro mostrando su historia, ensalzando mis caídas. La melancolía de la desaparición, de lo que no será pero de alguna manera siempre estará en mí, al menos, hasta que yo quiera. Cicatrices, Huellas, grietas. Grietas que forman callejeros por los que andar, por los que anduve, por los que transito. Lugares que habité y que forman parte de mi recorrido. No lugares que fueron lugares, que fueron, son y serán y volverán y pasarán. Cartografías en mi cuerpo, en mis emociones. Desconocidos que fueron, son y serán. Fotografías rotas. Emociones contenidas que se descargan. Experiencias pasadas. Experiencias guardadas. Llenas de polvo. Olvidadas, o al menos, en el intento. Ahora se desempolvan, rotas, abandonadas, como las fachadas de los no lugares que nadie habita pero en los que, alguna vez, alguien vivió historias. Se reconstruyen desde la perspectiva del crecimiento, desde la melancolía y la nostalgia positiva. Desde el abrazo de que una vez ocupé esos lugares en los que crecieron flores y que cuentan mi historia. Con grietas, con cicatrices, pero preciosas. Son volver al lugar de siempre por primera vez.

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