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LO HÍBRIDO DEL ESPACIO: UNA POSIBILIDAD DE HABITAR EN CONTEXTOS EDUCATIVOS  I Ana Urrutia, Miriam Peña, Regina Guerra, Miren Josu Arriolabengoa

Este trabajo es parte una investigación más amplia que se presenta junto con otras dos comunicaciones, y se compone como un puzzle de tres piezas inspiradas en audios, cartografías y voces de un grupo de profesores universitarios, alumnado y personal administrativo de la Facultad de Educación de Bilbao, que reflexiona cómo resignificar el espacio social de la propia facultad. Las tres comunicaciones tomamos como referencia el concepto de hibridación, el cual puede devenir en la mejora de las relaciones y en la conexión significativa de la comunidad educativa que habita y transita por la Facultad (UPV/EHU). Situamos nuestra comunicación en los relatos extraídos de los miembros del grupo en la primera fase del proyecto, donde nos preguntamos cómo nos afecta el espacio y cómo lo concebimos, qué posicionamiento pedagógico adoptamos y qué tipo de relaciones creamos. El objetivo principal ha consistido en trazar unas líneas que propicien nuevas estrategias pedagógicas y relacionales en nuestro centro. Concebimos el espacio como una herramienta susceptible de ser repensada desde lo performático, como un núcleo material donde los elementos visuales y sonoros influyen en la vivencia y el vínculo, despiertan emociones y favorecen las relaciones que, a su vez, son necesarias para que el espacio tenga vida y significado. Entendemos el espacio como un lugar liquido en constante transformación y evolución, desde una concepción y visión poliédrica donde tienen cabida aspectos no sólo funcionales sino también emocionales. Desde este posicionamiento se defiende que el espacio no es únicamente un lugar de tránsito sino que debe ser un lugar habitado en el que emerge el ecosistema vinculado a las pedagogías del afecto. Nos encontramos ante un espacio que debe favorecer la colaboración y la comunicación entre las personas a través de ese todo que nos conforma, que ha de crear sentido de pertenencia y vínculo y debe convertirse en un lugar de encuentro que se piense de manera compartida. Se hace necesario un espacio inclusivo, donde quepa la diversidad y la aceptación del otro que soy yo y donde nos podamos construir como actores sociales en la relación con los demás. Sin embargo, la vinculación a la norma y al protocolo, la saturación del sistema, la búsqueda de la funcionalidad y el ritmo precipitado en las acciones contribuye a que no se produzcan las relaciones deseadas en el espacio compartido, que se convierte en un lugar de paso carente de significado emocional donde predomina lo funcional. Se aprecia la necesidad de salir de una visión antropocéntrica y concebir diferentes maneras de vivir los espacios y dotarlos de significado donde todo es sensible de ser reinterpretado. Pensamos que pequeños cambios pueden contribuir a una nueva vivencia y concepción del espacio, donde se construyan lugares de colaboración y encuentro, de intercambio, de aprendizaje y se produzcan nuevas maneras de habitabilidad en un espacio cuidado y de autocuidado que genere vínculo, pertenencia, aporte significados y produzca recuerdos. Un espacio habitado de manera natural, significativo y poseedor de aspectos biográficos y retratos individuales y colectivos.

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