Un gran cuerpo de estudios ha centrado su foco en el análisis de la figura femenina en obras artísticas a lo largo de los tiempos (Amelang y Nash 1990). Numerosos hallazgos vinculan su representación con características comunes en el tiempo y que se materializan en elementos estereotipados como la fertilidad y belleza (Duby y Perrot, 1993). La figura de la mujer fue la primera obra artística producida por el ser humano en el arte paleolítico. En esta obra la mujer se representaba con la imagen de una venus simbolizando la fertilidad y maternidad. Tras el paso del paleolítico al neolítico, se produjo un cambio en esta simbología, concibiendo las representaciones femeninas como diosas de la agricultura y ganadería (Falcó, 2003). A lo largo de la prehistoria, la mujer ha sido vinculada a aspectos místicos y muy lejanos de la vida real (Lillo, 2014). El arte las ha representado como figuras no pertenecientes a los acontecimientos históricos propios de la humanidad. Es por ello, que a través del análisis de distintas obras artísticas propias de esta época histórica, es posible investigar qué lugar ocupaban las mujeres en esta etapa, cuál era su rol en el sistema social y el porqué de su desvinculación como parte partícipe del sistema social y sí en el simbólico (Fernández, 2007). A lo largo de este estudio realizamos un análisis crítico de algunas de las obras más representativas e indagamos en el sentido y esencia de la figura femenina en éstas. A través de estos resultados, realizamos una comparativa con elementos históricos sucedidos a lo largo del tiempo y en la actualidad, promoviendo una reflexión sobre la situación actual y el devenir futuro en un tiempo de urgentes cambios para el logro de una sociedad igualitaria.