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De lo escrito a lo visual: la poesía en dos lenguajes I Alicia Martínez Herrera

Desde que Enheduanna, primera poeta según la historiografía, plasmara sus versos en tablillas de barro con escritura cuneiforme hace más de 4000 años, muchas, muchísimas son las personas que se han decantado por la poesía para expresar sus más profundas reflexiones y emociones. De algún modo, podríamos estudiar la “historia de las emociones del mundo” recopilando y analizando todos los poemas que se han sido escritos desde entonces, enmarcando cada cual en su contexto, y puntualizando así los pesares y alegrías, las dudas y certezas, de cada época. Sin embargo, en este sentido poético, no sólo la palabra ha servido de medio o herramienta, sino que también la imagen, lo visual, ha formado parte de su capacidad de expresión desde hace, al menos, 2300 años, como lo demuestran los caligramas del poeta griego Simmias de Rodas, que Guillaume Apollinaire se afanó en revivir, consolidando el género, más de veintidós siglos después. En el contexto de las Primeras Vanguardias, a principios del siglo XX, e influenciada por estas, y por otras experiencias anteriores como los caligramas, nace la poesía visual como tal, más enfocada en lo plástico y visual que en la propia escritura. Durante toda esta centuria, en España, la poesía visual se va desarrollando y ganando fuerza, hasta llegar a uno de sus máximos representantes, que es a su vez uno de los autores más influyentes de este género: Joan Brossa. Pero, ¿se puede traducir un poema escrito a poesía visual? A priori, contestaríamos, con más o menos matices o dudas, que sí. Y no creo que erráramos en nuestra afirmación. No obstante, esto plantearía otras preguntas del tipo: al traducir la obra escrita a lo visual, ¿estamos generando una obra nueva o sólo traducimos lenguajes?; ¿conseguiríamos transmitir el mismo mensaje, o éste se transformaría?; ¿cuál de los dos lenguajes es capaz de transmitir más emociones al lector?; ¿en qué medida cambia la experiencia estética?

Intentando contestar a estas y otras preguntas que pueda suscitar este asunto, mi propuesta consistirá en traducir algunos poemas propios al lenguaje visual que sirvan de muestra para que, tanto yo misma como los/as participantes del congreso, podamos reflexionar, y quizás ofrecer alguna respuesta al respecto, en un debate colectivo.

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