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Trans-art I Agustin Linares

Así como el transhumanismo conserva elementos de corrientes humanistas pasadas, la estética transhumana es parte de un flujo que tiene como horizonte el “plus ultra” de la estética posthumana manteniendo un núcleo común: la fascinación histórica de los humanos por el propio ser humano. Puesto que la particularidad de la forma del propio cuerpo –además de las emociones, sensaciones, asimetrías físicas y mentales– han sido siempre una importante fuente de representación para los artistas de cualquier época, incluso cuando esa etiqueta no existía, en los albores del sapiens. Los artistas siempre han alterado la forma humana perceptiva y conceptualmente a estados imaginarios deseados y preferidos. Los antiguos griegos utilizaron el arte como forma de estudio del cuerpo humano, y a su vez sus avances en anatomía y disección permitieron una representación escultórica cuya capacidad evocadora es tal que sus ideales estéticos fueron sustrato para dos movimientos estéticos futuros, el renacimiento y en el neoclasicismo. En el Renacimiento debemos citar a Leonardo da Vinci, el cual comenzó su formación estudiando anatomía con el orfebre y escultor Andrea del Verrocchio impulsado por su deseo de retratar al hombre con la mayor fidelidad posible. E inesperadamente su arte terminó impregnado por una perspectiva científica y matemática tan revolucionaria que se convirtió en uno de los artistas y científicos más influyentes de la historia. Su trabajo estaba adelantado a su tiempo, pero no porque predijese mágicamente el futuro, sino porque al tratar de construirlo en su presente abrió una senda que otros continuaron. Es muy difícil que un ser humano del siglo XXI puede vivir de espaldas a la historia de la humanidad y su desarrollo técnico. Nuestra vida hoy es el resultado de la herencia dispar de todos los seres humanos que nos precedieron, incluidos sus avances tecnológicos, y aunque el artista sea más o menos consciente, termina por ser una cantidad de conocimiento que ejerce su peso. Es por esto que el artista, de todo tiempo, está comprometido con el ambiente, los iconos y la tecnología de su tiempo. Estos dos conjuntos de interés artístico –el cuerpo humano y la tecnología– tienen hoy día su cristalización en las ideas del transhumanismo, y en esta serie de imágenes que desarrollamos en un intento de dar respuesta a lo que podría ser parte de su estética trans, aún en configuración.

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